Algo más de ocho mil soldados españoles estuvieron en Italia desde finales de mayo de 1849 hasta principios del año siguiente, formando parte de la coalición de los países católicos de Europa que se convocaron en la conferencia de Gaeta para restituir al Papa Pío IX en su poder temporal como jefe de los Estados Pontificios, del que había sido arrojado por los revolucionarios de Garibaldi y Mazzini.
Fue la última gran aventura para el Ejército español, pues la guerra de África de 1860 no exigió el ímprobo esfuerzo de tan distancia marítima para el traslado de tropas y la intevención en Cochinchina, en 1858, fue realizada por un contingente mucho más reducido. Un epílogo en sí para marcar el inicio de una agonía nacional que se perpetuó por más de un siglo.
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