«Soldados sin Bandera», de Joaquín Mañes Postigo
El coronel del Ejército de Biafra, el alemán Rolf Steiner, ex legionario, tituló su libro de memorias “El último aventurero”. Probablemente el término aventurero, en su sentido vital y nunca peyorativo, es uno de los calificativos más adecuados para definir a todos esos soldados europeos, desarraigados de su entorno, tras la liquidación de los imperios coloniales de sus respectivas naciones, que lucharon, principalmente, en el continente africano con la excusa del dinero; fueron los últimos aventureros que se dieron en los cuarenta postreros años del siglo XX, figuras solitarias ya extintas que han sido sustituidas en su oficio de hacer la guerra por compañías mercantiles, algo que puede ser una premonición de lo que nos supondrá el siglo XXI.Entre estos hombres no faltaron los españoles que pelearon en el Congo, para hacer bueno y válido el tópico del quijotismo hispánico; unos guerreros que supieron combatir bajo otra bandera pero con respeto hacia la población autóctona, con sentido de la misericordia y de los valores integrados en su propia cultura, la de Occidente; resultaron ejemplares en su comportamiento pero tan buenos soldados como sus homólogos anglosajones, belgas y franceses…
Su historia, la de estos soldados sin bandera, es la historia de la condición humana, recorrida a través del Congo, el Yemen, Biafra, Angola, Rhodesia, el Líbano, Birmania, Afganistán, la ex Yugoslavia, y un largo et caetera, mostrando, con verdadera exageración, lo mejor y lo peor del hombre.
Pero desde luego, siempre será un misterio la razón última o el impulso de estos hombres a guerrear contra sus semejantes siendo, a veces, el dinero, la política o la aventura meras excusas de lo que, íntimamente, les empujó a ser mercenarios o, simplemente, soldados sin bandera…
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